Este proyecto realizado por Almeda Estudi recibe el nombre de su ubicación: una plaza con mucha historia situada al casco antiguo de Girona.
La Plaça del Vi está rodeada de edificios de carácter señorial, los cuales tradicionalmente (desde el s. XV) eran el lugar de residencia de familias nobles.
El proyecto consiste en una rehabilitación integral de un segundo piso de 135 m² de superficie. El edificio está construido mayoritariamente por sillares, con balcones con barandillas de hierro forjado.
Tiene entrada de luz natural por tres fachadas. La escalera del bloque respeta la singularidad arquitectónica y las raíces del edificio, conservando los peldaños de mármol natural y el montacargas original, con ornamentaciones de hierro forjado y madera, cableados vistos e interiores únicos de la época. Es un claro reflejo del paso del tiempo.
Originariamente la vivienda estaba dividida en dos zonas muy marcadas; la zona del servicio (a la parte oeste), más funcional y menos lujosa, donde estaba la cocina, un espacio de droguería, un dormitorio y un baño, el cual se accedía por un pasillo muy estrecho. Los propietarios hacían vida en la otra parte de la vivienda (cara este), más iluminada y con vistas a la plaza y el Pont de Pedra. Al acceder, había un recibidor que conducía a la sala de estar-comedor o bien a un pasillo que conectaba los dos dormitorios y un baño.
Un salto cualitativo a la vivienda sin perder la esencia y el alma del edificio
Hoanna Giró, responsable del estudio, comenta que «la reforma proporciona un salto cualitativo a la vivienda sin perder la esencia y el alma del edificio. Se crean nuevas aperturas para obtener una planta más libre y proporcionar diferentes puntos de fuga desde cualquier lugar del aposento. Gracias a la presencia de las tres fachadas y esta visión más diáfana, se potencia significativamente la entada de iluminación natural, bañando de luz y claridad cada rincón de superficie. Se redefine el uso de cada espacio, y se articula cada aposento para proporcionar fluidez de circulación, coherencia y comodidad para el usuario«.
La zona de día se sitúa en la primera nave, donde también se encuentra el acceso a la vivienda. Consiste en una superficie completamente diáfana donde la cocina, el comedor y la sala de estar comparten espacio. Gracias a los balcones a ambos lados de fachada (oeste y este), la zona multifuncional está inundada de luz natural y tiene una ventilación cruzada.
La zona de la noche, situada en la segunda nave, aparentemente puede parecer una prolongación de la zona de día, puesto que está muy conectada a esta. El dormitorio-suite principal y la biblioteca quedan totalmente abiertas en el espacio, a pesar de que se pueden privatizar mediante dos puertas corredizas de vidrio con perfiles metálicos de estilo industrial. Estas son un elemento característico y protagonista de la reforma. En el baño de la habitación principal se coloca el lavabo Bruselas de 70 sobre mueble a medida.
Combinando pasado y presente, la intervención incorpora un sobrio juego de materiales que coexiste con la historia de la vivienda. Se restaura cuidadosamente para recuperar materiales y elementos originales, como por ejemplo las paredes de piedra, la vuelta, las aperturas originales de madera…
Domina una gran armonía visual, con diálogo entre los diferentes espacios y juego de contraste creado por los tonos ocres y marrones del parqué de roble natural, la piedra y los lacados negros de las vigas, mobiliario e instalaciones vistas, que a la vez dan carácter y personalidad a la vivienda.
Otro de los baños es un espacio alargado y estrecho, por ello se decide instalar sanitarios suspendidos que permitan una visión más ligera, por ello se coloca el lavabo París suspendido.
Para conseguir ese mismo efecto visual de limpieza y ligereza, en el tercer baño se puede encontrar también suspendido el lavabo Bruselas de 60.